Un ruso querido en Miami
Este lunes se decidía quién era el mejor equipo de hockey hielo del planeta. Los candidatos no podían ser más diferentes. Por un lado estaban los Edmonton Oilers, por otro los Florida Panthers.
Los Oilers son un equipo de Canadá, la cuna del hockey hielo. Un país que lleva en la sangre este deporte. Los Panthers son un equipo de Miami, en donde el hielo solo se conoce y utiliza para enfriar las bebidas y refrescarse del calor. En los Oilers jugó Wayne Gretzky, probablemente el mejor jugador de todos los tiempos. No hay ningún jugador legendario que haya vestido la camiseta de los Panthers. Toda la ciudad de Edmonton está volcada con el equipo. En los partidos de esta final que se jugaron en Edmonton, decenas de miles de personas se quedaron sin entrada y se agolpaban a las puertas de su pabellón para animar al equipo desde fuera. En Miami han estado años con el pabellón semi vacío y regalando las entradas hasta que ha surgido un equipo con opciones de ganar.
Después de esta presentación me imagino que muchos de vosotros sentiréis algo más de empatía por los Oilers. La tradición y el entusiasmo tienen su encanto, al menos para mí. Pero la final en el séptimo y decisivo partido se la llevaron los Panthers.
La vida es así, y el deporte también.
Pero no todo está perdido. Los Panthers cuentan con muy buenas historias. Mi favorita es sin duda la de su portero. El ruso Sergei Bobrovsky.
Bobrovsky nació en 1988 justo unos meses antes de que la Unión Soviética permitiera por fin que sus jugadores abandonaran su territorio para jugar en la NHL norteamericana. El pionero fue el legendario Fetisov que abrió el camino para que muchos otros jugadores, cómo Bobrovsky, pudieran emigrar después a la mejor liga de hockey del mundo sin el peligro de que toda su familia fuera deportada a Siberia, como amenazó en su día el Kremlin al propio Fetisov.
Bobrovsky no tuvo que pasar esas penurias pero su camino tampoco fue fácil. Nunca fue drafteado y tuvo que abrirse paso a través de actuaciones estelares en las ligas menores hasta que los Philadelphia Flyers se fijaron en él. Hablamos del año 2010. Llevaba catorce años rondando por la liga hasta que este lunes, con treinta y cinco años cumplidos, vivió el momento más bonito e inolvidable de su carrera profesional.
Bobrovsky ha sido clave para que los Panthers se hayan llevado el campeonato. Su porcentaje de paradas durante todo el año y también durante estas finales ha sido espectacular. En el último partido, los Oilers, que tienen mucho más talento ofensivo, asediaron su portería hasta el último minuto. No pudieron con el portero ruso que sólo concedió un gol y permitió que su equipo se alzara campeón con un ajustado 2-1.
Cuando sonó la bocina del final de partido, Bobrovsky se incorporó en su portería, lanzó sus guantes al viento y tuvo exactamente dos segundos para saborear la victoria. En ese mismo instante todos sus compañeros se abalanzaron sobre él como justo homenaje y reconocimiento a quien les había liderado hacia el triunfo.
Lo he narrado lo mejor que he sabido, pero aquí tenéis el momento.
Bobrovsky se une a la variada lista de jugadores rusos que han ayudado a sus equipos a ganar la NHL. Lejos quedan los tiempos del final de la guerra fría en la que se recibía a los primeros jugadores soviéticos con desconfianza y hasta con abucheos. Es una pena que el acercamiento entre ambos países haya quedado limitado al ámbito del hockey hielo.
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Hasta el miércoles que viene.