Todo comenzó con unas extrañas orejas
Eres una inmigrante recién aterrizada en tu nuevo país. Tienes que trabajar de lunes a domingo y apenas te da para cubrir las necesidades mínimas de los tuyos. Tú te estás aclimatando más o menos bien, tus hijos no. Echan de menos su país, sus amigos, su deporte favorito, su idioma. No hablan una palabra de español y eso les mantiene incomunicados. No se han integrado todavía.
Tienes que buscar una solución, ellos no decidieron emigrar. Tienes claro cuál es el primer paso, hay que encontrar un sitio donde puedan practicar el deporte que les apasiona. Tus hijos son muy buenos en la lucha grecorromana, sobre todo el pequeño, y no quieres que también pierdan eso.
La misión es complicada. La lucha grecorromana es residual en donde vivís ahora. Pero no te rindes. Cada día, después de la jornada laboral, coges autobús arriba y abajo a ver si localizas un gimnasio en el que puedan practicar su deporte. Un buen día te fijas en un chico sentando unos pocos asientos delante. Tiene las orejas dañadas, te suena. Esa es la típica lesión de un luchador. Sin dudarlo, te acercas hasta él y le preguntas si practica la lucha grecorromana. Te llevas un jarro de agua fría y una pequeña esperanza. No sabe nada de grecorromana pero conoce un gimnasio fabuloso donde se practican artes marciales. Sus orejas muestran la intensidad con la que entrenan.
Algo es algo. Esa madre vuelve a casa con media sonrisa. Al día siguiente está en la puerta del gimnasio indicado con sus dos hijos. Y esa visita lo cambia todo. Aquel lugar se convertirá en un hogar para ellos. Les regalará amigos, les ayudará a aprender el idioma y les dará un nuevo deporte, las artes marciales mixtas. Su hijo pequeño ha nacido con un don como luchador y ahora lo puede desarrollar.
Como muchos habréis intuido, la protagonista de esta historia es la madre de los hermanos Topuria. Y el gimnasio que encontró en Alicante es donde Ilia Topuria se ha forjado como deportista. Ese luchador que se acaba de proclamar campeón del mundo. Ese luchador que jamás ha perdido un combate. Ese luchador que nunca encontró un juez que viera ganador a su adversario (ha ganado todos sus combates por ko o por unanimidad). Ese luchador que ya es leyenda.
Y todo empezó con unas extrañas orejas en un autobús.
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