No vamos a jugar este partido
El lunes de la semana pasada los Bengals y los Bills disputaron un partido que nadie podrá olvidar. Cuando apenas llevaban disputados unos minutos, Damar Hamlin, defensa de los Bills de apenas 24 años, recibió un golpe en el pecho. Al momento cayó desplomado, su corazón se había parado. Literalmente.
En medio de una gran confusión, con jugadores arrodillados sobre el campo y varios compañeros que apenas podían contener las lágrimas, una ambulancia se abrió paso en el campo y un equipo médico practicó de urgencia una reanimación para llevarlo con vida al hospital más cercano.
Los jugadores de los Bengals estaban impactados por lo sucedido, sus compañeros de los Bills estaban devastados. El partido (entre dos de los mejores equipos de la liga) se estaba televisando a nivel nacional e internacional y la NFL no quería suspenderlo. Demasiado dinero en juego. Posteriormente han negado este extremo, pero los hechos les delatan. Con Damar Hamlin en coma camino del hospital (se llegó a correr el rumor de que estaba cerebralmente muerto), la NFL mandó a los jugadores temporalmente a los vestuarios con claros visos de reanudación. Tampoco es una postura excepcional, el pasado verano el futbolista Eriksen sufrió una grave episodio en un partido de la Eurocopa entre Dinamarca y Finlandia que se continuó jugando hasta su conclusión.
Pero Zac Taylor dijo “basta”. El coach de los Bengals viendo el estado en el que se encontraban sus rivales se plantó y comunicó a los árbitros que no iban a jugar ese partido. Su colega de los Bills lógicamente agradeció su postura. Desde un punto de vista deportivo era una decisión dura y potencialmente muy perjudicial para ambos equipos. Según las reglas de la NFL si el partido no se juega deja de puntuar lo que ponía en bandeja de los Chiefs (el tercero en discordia) la victoria en la temporada regular, como finalmente así ha sido. Da igual, Taylor tuvo la serenidad para establecer el orden de prioridades, y la solidaridad con unos jugadores que lo estaban pasando realmente mal se imponía sobre cualquier ventaja clasificatoria.
A continuación la NFL paró su frenética actividad, y todo quedó enfocado en oraciones y apoyos al jugador que se debatía entre la vida y la muerte. Después de unos días en coma inducido y desalentadoras perspectivas, Damar Hamlin abrió los ojos. Al parecer, no ha sufrido daños cerebrales aparentes algo que los médicos consideran casi milagroso.
Este domingo los Bills jugaron en casa su partido contra los Patriots de la última jornada de la liga regular. Los Patriots se jugaban su pase a Play Off, los Bills ya estaban clasificados a pesar de haber jugado un partido menos. En la primera jugada del partido, los Patriots patearon y el receptor de los Bills corrió con la pelota recorriéndose las 100 yardas del campo mientras esquivaba a los once defensas de los Patriots consiguiendo un espectacular touchdown que enloquecía a la grada. Es una jugada tan poco habitual en un saque inicial que los Patriots solo la habían concedido dos veces en sus últimos 227 partidos.
Los Bills llevaban tres años y tres meses sin conseguir esa jugada. Damar Hamlin juega con el número 3. La vida tiene coincidencias, o lo que sea, realmente increíbles.
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