La película Slumdog millionaire comienza planteando distintas alternativas para intentar explicar el increíble acierto de un concursante. Concretamente, plantea cuatro opciones: a) sabe mucho; b) tiene suerte c) hace trampas d) es su destino.
Lo que ha ocurrido en la Copa de África que finalizó el domingo pasado supera la imaginación de cualquier guionista de la más audaz de las películas. Es posible que muchos sepáis de lo que estoy hablando, pero creedme si os digo que merece la pena analizarlo con detenimiento y profundidad.
Estamos ante una de las mejores historias que nos ha regalado el deporte.
Todo comienza el pasado 13 de enero día en el que se inicia la Copa África. El partido inaugural lo disputa Costa de Marfil como país anfitrión que se impone a Guinea Bisau (2-0). Nuestros protagonistas comienzan el torneo con buen pie. La situación se empieza a complicar en el segundo partido, cuando caen por 0-1 frente a Nigeria.
Surgen las primeras críticas hacia el combinado nacional. Nada grave todavía, Nigeria es junto a Senegal el máximo favorito al título, y siguen teniendo la clasificación para octavos en su mano. Costa de Marfil solo necesita un empate contra Guinea Ecuatorial para clasificarse.
Y se produce el desastre.
En un partido inexplicable Guinea Ecuatorial apaliza a Costa de Marfil por un contundente 0-4.
El equipo está virtualmente eliminado. Necesitan una combinación de resultados para pasar como terceros de grupo. En la federación de fútbol de Costa de Marfil no hay paciencia ni para agotar el hilo de vida que les queda. Su seleccionador, Jean-Louis Gasser, queda fulminantemente despedido. Y casi mejor que abandone pronto el país no vaya a ser que su nefasta gestión tenga alguna consecuencia peor que la pérdida del empleo. Se lo merece. Una selección que soñaba con el título y jugaba en casa, se va del torneo por la puerta de atrás, goleada y en la primera fase.
Los jugadores no salen mucho mejor parados. Son objeto de insultos, les increpan, les repudian. Son la vergüenza nacional.
La victoria de Ghana contra Mozambique certificaría la eliminación matemática de Costa de Marfil. En el minuto 90, Ghana vence por dos a cero. Y es en este momento cuando se empieza a escribir esta maravillosa historia. En el minuto 91 Mozambique acorta distancias. En el minuto 94 Mozambique marca el gol del empate. Dos goles en el tiempo de descuento para mantener con vida a los elefantes de Costa de Marfil.
Los anfitriones respiran aliviados pero siguen dependiendo de otros resultados. Ahora necesitan que Marruecos se imponga a Zambia. Y sucede. In extremis, por los pelos y por los resultados de otros equipos, pero clasifican como última selección a los octavos de final. Allí les espera el vigente campeón y máximo favorito, Senegal.
Pero la federación de Costa de Marfil no se puede preocupar por Senegal. Primero tiene que encontrar un seleccionador. Repescar al que acaban de echar no es una opción. Y les surge el nombre de Hervé Renard. Es el hombre que les dio su última Copa de África hace casi diez años. Renard, siempre valiente, siempre aventurero, parece dispuesto a acudir al rescate. Pero hay un problema legal, es el actual seleccionador femenino de Francia y le tienen que pedir permiso a la federación francesa para que se lo preste por dos semanas, como máximo. Puede que sean solo dos día, es lo más probable. La federación gala dice NO. Nada de enredar con su flamante seleccionador.
El partido de octavos contra Senegal se acerca y alguien se tiene que sentar en el banquillo. A falta de una posibilidad mejor piensan en Emerse Faé, que conoce al equipo porque era uno de los asistentes del anterior seleccionador. No tiene un gran bagaje como entrenador pero fue jugador de la selección. No hay más opciones y el tiempo apremia. Se le nombra nuevo seleccionador un jueves. Tiene su primer partido como seleccionador el lunes, si lo pierde, será el último.
Llega el partido contra la gran favorita, Senegal. Los vigentes campeones se adelantan en el marcador y mantienen su ventaja durante la mayor parte del partido. Los elefantes no se dan por vencidos. En el minuto 82 empatan y el estadio estalla. Nos vamos a la prórroga. Sin goles. Hay que decidirlo por penaltis y allí los anfitriones no fallan ni un solo lanzamiento y eliminan a Senegal. Con un seleccionador que lleva setenta y dos horas en el cargo.
Pequeña nota del narrador, os recuerdo que esta historia es real y ha sucedido hace bien poco. Sigamos.
En cuartos de final Costa de Marfil se enfrenta a Mali. En el primer tiempo pitan penalti a favor de Mali. Lo para el portero de Costa de Marfil. Eso no es suficiente, los elefantes quieren más emociones y ven como les expulsan a un jugador en el minuto 43. Costa de Marfil juega todo el segundo tiempo con un hombre menos y en el minuto 71 Mali se adelanta. Los anfitriones están agotados, van perdiendo y juegan con uno menos. Llega el último instante del partido, todo parece acabado…o no. En el último minuto Costa de Marfil empata. La grada se viene abajo.
Segunda prorroga en cuatro días. Los marfileños juegan toda la prórroga en inferioridad numérica, cuando parece que llegan a los penaltis deciden dar un nuevo giro de guion y marcan el gol de la victoria. Es el minuto 122.
Recordemos que esto sigue siendo una historia real.
Ya estamos en semis. Costa de Marfil se impone por 1-0 al Congo. No saben cómo pero se han plantado en la gran final. Su rival será la poderosa Nigeria, equipo que ya les venció en la primera fase.
Llega la gran final. Nigeria se adelanta en el marcador. Mediado el segundo tiempo Costa de Marfil empata. Suena un rugido en todo el continente africano, un país entero levanta el puño emocionado. Queda lo mejor. En los últimos minutos del partido Haller marca el gol de la victoria. De tacón, obviamente. Este jugador superó un cáncer de testículos hace unos meses. No hay ninguno héroe mejor para dar el broche de oro hasta increíble historia.
Cuando los americanos hagan la película de este campeonato (que la harán) seguramente los guionistas suavizarán algunos de los sucesos para hacerlos más verosímiles. Si los relatan tal y como se han producido les acusarán de exagerar.
Costa de Marfil no ganó porque fueran los mejores. Tampoco ganó porque tuvieran mucha suerte. Ni ganó con ayudas arbitrales.
Ganó porque era su destino.
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Hasta el miércoles que viene.
Simplemente, DEPORTE
Coincido con Miguel Ángel. Mucho ritmo en la narración que ayuda a visualizar lo que pasó y meterte más en la historia, enhorabuena. Podría mandarme un texto similar sobre la Champions de 2022? ;-)