La ilusión de los que llevan décadas perdiendo
Terminamos este mes de noviembre con un pequeño homenaje a una afición fiel e irreductible.
Apoyar a un equipo perdedor es una experiencia maravillosa y frustrante al mismo tiempo. Parafraseando a Owen Wilson diríamos que no está claro si es un 99% maravillosa y un 1% frustrante, o viceversa. El caso es que es algo intenso que solo comprenden los que tienen la fortuna, o la desgracia, de quedar unidos a un equipo perdedor. Y ojo que esa unión es para siempre, por mucho que maldigas a tus jugadores, por mucho que te preguntes y te recrimines ¿En qué hora decidí apoyar a estos? Lo cierto es que el fin de semana siguiente ahí estás, sin entenderlo pero también sin cuestionarlo, siguiendo sus aventuras y desventuras de nuevo.
Los Detroit Lions son un equipo perdedor. Bueno, para ser exactos hay que decir que son perdedores en la era moderna del football americano. Es cierto que en los años cincuenta tuvieron un pasado glorioso pero en la era Súper Bowl son una de las franquicias de menos éxito. Aquí van algunos datos desoladores. En estos más de 50 años nunca han ganado el anillo, de hecho, ni siquiera han llegado a la Súper Bowl. Pero ahí no queda la cosa. La última vez que ganaron su división fue en 1993 (para los que no seguís la NFL aclararos que una división solo tiene cuatro equipos). Como podéis ver, sus aficionados llevan décadas sufriendo sin sabores.
Hasta este año.
Los Lions son uno de los equipos de moda de la liga con un ataque creativo e imparable donde su gran estrella quizás está en la banda. Un joven coordinador ofensivo llamado como aquel famoso velocista canadiense, Ben Johnson, que diseña originales jugadas que despistan a las defensas contrarias. Su entrenador jefe, Dan Campbell, también tiene muchos admiradores, un hombre rudo a la vez que cercano, que levanta pasiones con sus motivadores discursos y tiene a sus jugadores completamente entregados a la causa.
Este equipo marcha ahora con un balance de ocho victorias por tan solo tres derrotas y tiene todas las papeletas para ganar por fin su división treinta años después. Y si lo consigue tiene licencia para soñar con todo, incluso con el anillo. Los aficionados de los Lions saben que están viviendo un momento excepcional en la historia de su equipo y lo están disfrutando. Quien sabe cuándo puede volver a pasar. De hecho, todo apunta a que Ben Johnson abandonará la franquicia al acabar esta temporada rumbo a otro equipo para ser su entrenador jefe y, sin él, todo se puede desmoronar.
Hay que disfrutar el aquí y el ahora. ¿Y cómo hacen los seguidores para exprimir este momento dulce después de tantos años de derrotas en su división? Sencillo, siguen a su equipo por todo el país. De costa a costa.
Como una imagen vale más que mil palabras lo muestro a continuación.
El azul es el color de los Lions, el verde el de los Packers. Este era el aspecto del Estadio de los Packers el pasado mes de septiembre.
Tampa Bay Buccaners va de rojo, este era el aspecto de su campo cuando lo visitaron los Lions en octubre.
Esas gradas coloreadas de azul es una imagen que se está repitiendo en todos los campos que visitan los Lions este año. Es un movimiento espontáneo de sus seguidores que no quieren separarse de su equipo en ningún partido, da igual los kilómetros que recorra. Es una ola de ilusión soñadora que solo puede despertase en aquellos que llevan años, décadas en realidad, viendo perder a su equipo.
Por supuesto, si ese es el ambiente cuando juegan fuera os podéis imaginar el aspecto de las gradas en los partidos de Detroit. Allí se reúnen 65.000 fans que revientan el aforo en todos los partidos y generan una atmósfera muy especial.
¿Van a conseguir los Lions jugar su primera Súper Bowl esta temporada? Nadie lo sabe, sinceramente es complicado porque son un buen equipo pero los hay mejores. Pero lo consigan o no, nadie les va a quitar la ilusión a sus seguidores.
Este domingo los Lions visitan a los Saints y a buen seguro la marea azul lucirá en Nueva Orleans. Porque ser de un equipo perdedor es algo muy grande…
P.S. Dedico esta historia a los seguidores de los Lions en cualquier parte del mundo, un equipo al que tengo un inmenso cariño por motivos personales.
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Hasta el miércoles que viene.