Este sábado se juega el partido más importante del fútbol profesional de clubs: la final de la Champions League. Como no podía ser de otra manera, este encuentro está repleto de historias de triunfadores. La más llamativa, cómo no, la de Kroos. El alemán va a entrar en el selecto club de jugadores que se retiran en la cima. Su último partido como jugador de club será la final de la Champions. Su último partido como futbolista será defendiendo los colores de su selección en una Eurocopa organizada por su país. Casi nada.
También hay otras historias de jugadores que hasta hace nada estaban totalmente al margen de los focos. Y a esos les voy a dedicar el post, ya me conocéis.
EL SUPLENTE
Lunin. En 2018 llega al Real Madrid con apenas diecinueve años. No llega solo, ese mismo verano el club merengue ficha a uno de los mejores porteros del mundo: Thibaut Cortois.
Lunin es joven y asume su suplencia con naturalidad. El club le cede al Leganés para que tenga minutos, pero en el sur de la Comunidad de Madrid no confían en él y apenas disputa cinco partidos en todo el año. La temporada siguiente le ceden al Valladolid y la cosa va aún peor, no juega ni un solo partido de liga. Afortunadamente para él, a mitad de año recala en el Oviedo que sí le da la oportunidad y disputa veinte partidos a buen nivel. La temporada concluye de forma soñada porque en verano se proclama campeón del mundo sub20 con Ucrania. Es distinguido como mejor portero del torneo.
La hazaña llama la atención del Real Madrid que reclama su vuelta. Durante tres temporadas seguidas asume su condición de suplente sin rechistar, siempre a la sombra de Courtois. Apenas disputa nueve partidos de liga en tres años. No se queja. No hace ruido, aguarda su momento. Y llega. Coutois sufre una lesión de gravedad y parece su gran oportunidad. O no. Tan pronto se conoce la lesión, el club sondea el mercado para traer un portero de garantías. No se fían de Lunin. El sueño de ser titular con el Real Madrid apenas ha durado unas horas.
Llega Kepa con la vitola de titular. Es el favorito de Ancelotti. El vasco no termina de cuajar, no transmite seguridad. Lunin juega algunos partidos y transmite mejores sensaciones. Más seguro, regular y sólido. Ancelotti comienza a cambiar de opinión, quizás Lunin es su portero.
Y llega el gran día, su día soñado.
El Madrid visita al Manchester City y Lunin se marca un partido antológico que culmina parando penaltis en el momento decisivo. Se disipan las dudas, es el portero titular. Conquista la liga y lleva al equipo hasta la final de la Champions.
Quizás vea la final desde el banquillo porque ha regresado Courtois. Da igual. Una cosa es estar en el banquillo y otra ser un suplente. Lunin sabe bien la diferencia.
EL PERDEDOR
Reus. Destaca con el Borussia Mönchengladbag y el Dortmund, siempre alerta ante el talento joven, lo ficha. Estamos en el año 2012. Desde entonces se ha mantenido fiel al Dortmund con el que ha marcado 215 goles.
Con los títulos no ha tenido tanta suerte.
En doce campañas con el equipo solo ha podido levantar dos Copas de Alemania. Poco bagaje para un jugador fabuloso que tuvo muchas oportunidades de fichar por clubs más poderosos pero siempre se negó. Soñaba con ganar un gran título con el Dortmund. El año pasado lo rozó. El equipo llegó líder a la última jornada y le bastaba con ganar en casa frente a un rival menor para salir campeones. Pincharon y a Reus se le escapó el título y también las lágrimas.
La selección alemana también le ha sido esquiva. En el año 2014 era fijo para la convocatoria del mundial de Brasil pero pocas semanas antes de que diera comienzo se lesionó de gravedad. Tuvo que ver por televisión como sus compañeros se proclamaban campeones del mundo.
Reus anunció hace unos días que se retira del fútbol. La final de Wembley será su último partido. Ahora ya es un veterano suplente pero probablemente tenga su oportunidad a lo largo del encuentro. Tiene un último partido para ganar ese gran título que siempre se le resistió. El Real Madrid lleva ocho finales consecutivas ganadas y no parece el rival más propicio para romper esa mala racha. Reus lo sabe, y no se atreve ni a exteriorizar su sueño. Pero lo sueña.
EL OLVIDADO.
Joselu. Hace quince años jugaba en el Castilla, y pintaba que se comía el mundo. Era uno de los goleadores del equipo junto con otra joven promesa, Álvaro Morata. En la temporada 2010-2011 debuta en el primer equipo. Juega unos pocos minutos de un partido ya decidido, y marca. Al año siguiente le ponen en un partido de Copa, unos pocos minutos. Y marca. Dos oportunidades, dos goles. No le vuelven a llamar. El Real Madrid tiene pocos huecos para los canteranos y el suyo lo ocupa Morata.
Joselu se cansa de esperar una oportunidad que no llega y emigra a Alemania, le ficha el Hoffenheim. Inicia así un periplo de trotamundos. Después juega en el Eintracht, Hannover, Stoke City, Deportivo La Coruña, Alavés y Espanyol. Tiene 33 años y su club se va a segunda división, parece que su carrera llega a su fin.
Para nada.
Benzema abandona el Real Madrid de forma inesperada y hay que improvisar un sustituto. Alguien se acuerda de Joselu, esa canterano al que se le da la oportunidad como treintañero. Muchos pensamos que sustituir a Benzema por Joselu es un despropósito. Somos unos bocazas. El delantero gallego asume su rol perfectamente. Si tiene que jugar, juega. Y bastantes veces, marca. Si tiene que ver el partido desde el banquillo, lo ve sin mayor problema.
Y llega la noche mágica frente al Bayern. Quedan diez minutos para que acabe el partido y el Madrid está eliminado. Joselu salta al campo. En el minuto 88 Neuer deja un balón botando cerca de su portería y aparece el canterano olvidado y marca un gol que enloquece al Bernabéu. Tres minutos después y cuando el estadio todavía celebra el empate, Joselu marca de nuevo. Ahora el que enloquece es él.
Cuando acaba el partido le preguntan si ha sido su partido soñado. Joselu responde con franqueza “ni en mis sueños podía imaginar esto”.
Joselu estuvo en la final de París de hace tan sólo dos años como un aficionado más. En Wembley el equipo repetirá final, sin Joselu no habrían llegado.
EL HOOLIGAN
Terzic. Nació a 30 kilómetros de Dortmund. Cuando era un niño visitó el estadio por primera vez. No sería la última. Pronto se convertiría en un hincha del club alemán al que iba a apoyar con regularidad. Tiempo después tendrá la oportunidad de participar en el cuerpo técnico del equipo de sus amores. Trabaja a los órdenes de Klopp y esa etapa marcará su filosofía como entrenador.
En 2021 ese joven que acudía al estadio junto con sus amigos para animar a su equipo se convierte en su entrenador. Hombre de club, ha aceptado sin elevar el tono las desventajas de estar en un equipo vendedor. Primero le vendieron a Haaland. Luego a Bellingham, a quien tendrá enfrente en la final. No se queja. Asumieron el papel de cenicienta en el grupo más duro de la Champions junto a PSG, Milán y Newcastle. Salieron campeones de grupo. En las eliminatorias se hicieron aún más grandes y se han plantado en la final.
Terzic podría estar en la grada de Wembley dejándose la garganta como un aficionado más. El destino ha querido que disfrute del partido en primera línea de acción. Seguro que en algún momento levanta la vista para buscar el amarillo y negro de los suyos y piensa “la vida es asombrosa”.
Dos de estos protagonistas terminarán el sábado con “y vivieron felices y comieron perdices”. Los otros dos se quedarán a un centímetro del éxito. No importa. Seguro que los cuatro disfrutan de una final de Champions que hace apenas un año les sonaba a ciencia ficción.
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Hasta el miércoles que viene.
Sí señor, Nacho. Muy bonito y desde luego, muy currado. Que un apasionado atlético como tú le dedique tantas líneas a un evento en el que uno de los protagonistas es tu eterno rival y el otro el que os eliminó de esa competición, dice mucho de tu señorío.