El pasado viernes comenzó el Seis Naciones de rugby, un torneo diferente lleno de historia. Sus lejanos orígenes se remontan allá por 1870 con los exiliados del imperio británico en la India. Más concretamente con los ingleses y escoceses que deciden enfrentarse en un partido de rugby que apodan la “Calcutta Cup” en honor al lugar donde se celebró el encuentro.
Pocos años después, concretamente en 1888, se celebra la primera edición de lo que hoy conocemos como el Seis Naciones, si bien en aquel momento sólo participan las selecciones británicas (a las citadas Inglaterra y Escocia se unen Irlanda y Gales). Ya en el siglo XX, comienza a participar de forma irregular Francia que no se consolida como miembro permanente del torneo hasta después de la II Guerrra Mundial, es en 1947 cuando surge el Cinco Naciones.
El sexteto se completa mucho tiempo después, en los albores del siglo XXI, con la incorporación de Italia. Los británicos tratan de forma muy diferente las dos incorporaciones continentales. A Francia la ven como una igual y perciben como un acierto su participación en el torneo. Con los transalpinos la sensación es muy diferente, nos acercamos ya al cuarto de siglo desde su debut y apenas han podido ganar un puñado de partidos en lo que ha sido una puesta en escena decepcionante y una evolución deprimente. Los más puristas proponen volver al formato del cinco naciones y otros, más valientes, apuestan por sustituir a Italia por otra selección pujante que quizás aproveche mejor su oportunidad (Georgia sería la mejor colocada). De momento aguantan, beneficiados por el apego británico a las tradiciones dado que, guste o no, Italia ya forma parte de este maravilloso torneo.
Una de las más entrañables singularidades de este torneo es que engloba varios reconocimientos vinculados a los distintos enfrentamientos que se producen. A la ya mencionada Copa Calcuta que se mantiene más de 150 años después de su origen en el enfrentamiento entre Inglaterra y Escocia, se suman otros trofeos. El equipo británico que consiga vencer a los rivales de las islas se lleva la Triple Corona. El equipo participante que se alce con la victoria frente a los cinco restantes es distinguido con el Grand Slam. También existen otros trofeos a un solo partido a imitación de la Calcutta Cup, sin duda con menos solera pero también tienen su interés. Mi favorito es el trofeo Giuseppe Garibaldi creado en honor al revolucionario que le da nombre que tanto supuso para Francia e Italia que son los países que lo disputan.
Aunque sin duda el trofeo más llamativo del Seis Naciones es el que nadie quiere ganar, obviamente hablo de la Cuchara de Madera. La idea original de entregar una cuchara de madera como irónico reconocimiento al peor clasificado surge en la Universidad de Cambridge en el marco del ámbito académico. A principios del Siglo XIX, se entregaba en dicha universidad una cuchara de madera al estudiante que se graduaba con peor nota en un curso especial de matemáticas. La Universidad desaprobaba dicha práctica que consideraba humillante y la prohibió. En vano, porque los estudiantes la seguían entregando cada año. La Universidad no se rindió en su lucha contra la singular cuchara y modificó el sistema de entrega de notas, sustituyendo el orden por calificación de notas por el orden alfabético, lo que hacía imposible la identificación del alumno merecedor de la cuchara de madera. Cuando se anunció el cambio de sistema, allá por 1910, los estudiantes entregaron la última cuchara de madera. Cuenta la leyenda que dicha cuchara llevaba grabada una inscripción en griego que se podría traducir libremente por “esta es la última cuchara de madera de los exámenes de matemáticas, mírala y llora”.
No está claro cómo se incluyó en el torneo de rugby la adjudicación de la cuchara de madera. La tesis más probable es que los jugadores británicos que habían estudiado en la Universidad de Cambridge lo plantearan, y el trofeo hizo fortuna. En el rugby se lo lleva el país que no gana ni un solo encuentro (en algunos foros consideran que es suficiente con quedar último pero la cuchara oficial requiere la total ausencia de victorias). Y es una asignación virtual, no se entrega una cuchara física aunque no por eso duele menos ganarla. El país que lleva más tiempo sin “ganarla” es Francia (1957), seguido de Inglaterra (1976), luego iría Irlanda (1998), Gales (2003), después Escocia (2015) y cierra la lista, cómo no, Italia que la gana demasiado a menudo.
Veremos qué depara este 2024 en los múltiples trofeos que pone en liza el Seis Naciones, un torneo lleno de tradiciones, un torneo con solera.
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Hasta el miércoles que viene.
Habrá que seguir el Seis Naciones. Irlanda le ganó a Francia