Muchas de las tradiciones deportivas navideñas se mantienen. Los impresionantes saltos de esquí del día de Año Nuevo que se celebran en la ciudad alemana de Garmisch-Partenkirchen. Los partidos del Boxing Day de la Premier League que cada 26 de diciembre sientan a millones de familias inglesas frente al televisor. O el Winter Classic con el que los americanos reciben el año viendo hockey sobre hielo en bellos parajes al aire libre.
Sin embargo, nuestra tradición deportiva navideña más conocida (que en un determinado momento alcanzó fama en todo el planeta) se ha perdido. Por supuesto, me refiero al mítico Torneo de Navidad de baloncesto organizado inicialmente por la FIBA y por el Real Madrid y, posteriormente, por el conjunto blanco en solitario. Me acuerdo perfectamente, y a varios de los que estáis leyendo os pasará lo mismo, de esperar la cena de Nochebuena viendo el Torneo de Navidad junto a algún familiar muy querido.
Los partidos se solían disputar entre el 23, 24 y 25 de diciembre con un formato de cuatro equipos que competían todos contra todos. El ambiente era la mezcla perfecta entre el carácter festivo que tiene un torneo amistoso jugado con la intensidad de las grandes competiciones. El cartel del torneo también solía conjugar magistralmente equipos muy competitivos con propuestas exóticas. Así, a parte del Real Madrid como organizador (que lógicamente disputó todas las ediciones) acudían equipos de primer nivel como la Jugoplastika, el Maccabi, el Scavolini o la legendaria universidad de North Carolina, entre otros muchos. A ellos se sumaban las mejores selecciones del mundo, como la de Yugoslavia, la de Grecia o la de la URSS, y el cóctail se completaba con propuestas más folclóricas como el Sao José de Brasil o el Golde Gate All Stars.
Si hablamos de los jugadores que pasaron por allí nos encontramos con las mejores estrellas de la época del baloncesto FIBA, e incluso algunas de la NBA. Petrovic, Sabonis, Corbalán, Kukoc, Bob McAdoo, Dino Meneghin, Nicos Gallis, Homicius, Divac, Oscar Schmidt o Fernando Martín, entre muchísimos otros, honraron con su presencia y, disfrutaron, de un torneo de baloncesto inigualable y único.
En casi cuarenta ediciones el torneo dejó muchos momentos imborrables. Posiblemente, el más recordado es ver a Sabonis en la edición de 1984 machacar el aro con todas sus fuerzas y romper el tablero en mil pedazos obligando a la suspensión del partido, que por otra parte dominaba claramente la URSS. Pero lo mejor de aquella jugada vino después. Por un lado, la foto del momento que delataba a un valiente a la par que ingenuo Alfonso del Corral tratando de taponar ¡a Sabonis! Y, por supuesto, la improvisada entrevista de Biriukov a la estrella soviética en la que le insinuaba que tenía que pagar el tablero y Sabonis, que bromas admitía las justitas, respondía muy serio “Sabonis rompe tablero del Real Madrid, pero Real Madrid paga su tablero”.
También quedó para el recuerdo la espectacular puesta en escena de la Universidad de North Carolina en los años setenta. En aquella época los jugadores europeos tenían unos pantalones de chándal más bien estrechos e incómodos de quitar. En no pocas ocasiones había casi que descalzarse para deshacerse de ellos en una torpe maniobra. Frente a esto, los universitarios americanos desembarcaron con unos modernos pantalones abotonados que se quitaban en un segundo con un simple tirón con la mano. Es fácil imaginar la admiración que despertaron frente a sus rivales, posiblemente North Carolina había ganado el torneo casi antes de empezar.
Esas y muchas otras imágenes quedarán para siempre en la retina de millones de aficionados. Desafortunadamente, el ajetreado calendario de partidos del siglo XXI fue dificultando la presencia de grandes equipos en esas fechas. Las estrellas de este siglo ya no podían, o no querían, pasar la Nochebuena en el extranjero por lo que el cartel del torneo fue languideciendo hasta su clausura en 2005. Se pensó que era mejor no jugarlo antes que desprestigiarlo.
Una pena. Ojalá algún día alguien reúna los patrocinios necesarios para volver a organizar un gran Torneo de Navidad como los de antaño. Estoy convencido de que la afición respondería entusiasmada.
Si te ha gustado esta historia la puedes compartir aquí
Y si te gustaría recibir semanalmente esta newsletter te puedes suscribir aquí