A los héroes también les echan
La semana pasada se produjo una circunstancia estadísticamente imposible. Durante el transcurso de veinticuatro horas fueron despedidos o retirados de sus respectivos equipos tres leyendas del football americano: Pete Carroll; Nick Saban y Bill Belichick. Para los que no seguís este deporte aclaro que sería lo equivalente a que en fútbol en el mismo día hubieran abandonado sus equipos Luis Aragonés; Alex Ferguson y Johan Cruyff.
Peter Carroll estuvo catorce temporadas en los Seahawks con los mejores resultados de su historia incluidas dos Súper Bowl con un anillo incluido. Nick Saban entrenó durante diecisiete temporadas a Alabama en las que levantaron hasta en seis ocasiones el título de campeones universitarios. Y Bill Belichick, en fin, qué decir de este entrenador, si lo dejamos en el titular bastaría con indicar que dirigió durante veinticuatro años a los Patriots en los que jugó, nada más y nada menos, que nueve Super Bowls y ganó seis anillos. Curiosamente los tres tenían prácticamente la misma edad de 72 años (o casi, a Bill Belichick le faltan apenas tres meses para cumplirlos).
Entre los tres suman 55 años dedicados a sus respectivos equipos y todo terminó en el transcurso de 24 horas, las que fueron del miércoles 10 de enero hasta el jueves 11 de enero.
En estas salidas hay que diferenciar la situación de Nick Saban. Para empezar, es entrenador football americano universitario y, además, su etapa concluye de forma totalmente voluntaria. Ha decidido retirarse y su final se produce de forma natural y en completa armonía.
El final de Carroll y Belichick en sus equipos de toda la vida es mucho más complejo. Y polémico. Ellos deseaban continuar pero sus franquicias preferían cambiar el rumbo y, con la mayor delicadeza y respeto posible, les despidieron. Porque hay que llamar a las cosas por su nombre, y eso es lo que hicieron.
Ambos salieron a dar una conferencia de prensa “en caliente” para despedirse, en el caso de Carroll apenas minutos después de conocer la decisión de los Seahawks y visiblemente emocionado. Belichick dejó pasar unas pocas horas y se mostró más entero. ¿Hicieron algún reproche? ¿Tiraron pullas? ¿Saldaron cuentas pendientes? Absolutamente nada. Dieron gracias a las franquicias por la oportunidad que les brindaron en su día y por los maravillosos años que habían pasado allí. También se acordaron de los jugadores que habían entrenado (más de 1.000 en el caso de Belichick) a quienes identificaron, con sinceridad y humildad, como los principales responsables de los éxitos cosechados.
Aparte de esos reconocimientos, me quedo con dos momentos muy emotivos que nos dejaron estos entrenadores. Carroll se acordó de su esposa con quien lleva 48 años casado. Conteniendo las lágrimas (y casi sin contenerlas), le agradeció su apoyo incondicional durante toda esta etapa y su lealtad para decirle lo que necesitaba oír, no lo que quería oír. Muy emocionado dijo “you are the angel of my life”.
Belichick tuvo un recuerdo especial para los aficionados de los Patriots. Con su parquedad habitual, pero con evidente cariño, agradeció a los fans sus cartas de apoyo y su aliento ya fuera en los partidos o en situaciones de la vida cotidiana como una gasolinera o una tienda. Concluyó con un expresivo “I’ll always be a Patriot”. Y en ese mismo instante dio un apretón de manos y abrazó por los hombros a Robert Kraft, propietario del club y principal responsable de su despido.
Porque 24 años no se borran por un desencuentro.
En el día más duro de sus carreras profesionales Carroll y Belichick demostraron por qué dirigieron durante tanto tiempo y con tanto éxito a los equipos de su vida.
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