A lo largo de la historia del deporte se suceden los casos de buenos equipos, grandes equipos en algunos casos, que rozan el éxito de forma continuada sin llegar a alcanzarlo nunca.
Los ejemplos son muy variados y cada uno tendrá sus favoritos porque este tipo de equipos suelen generar empatía. A la memoria me viene la selección de fútbol de Holanda que ha jugado tres finales del Campeonato del Mundo y las ha perdido las tres.
En ese mismo deporte pero en el apartado de Clubs, destaca el Atlético de Madrid que ha disputado tres finales de Copa de Europa y no ha levantado nunca la Orejona. En su caso, además, con la singular característica que no ha perdido ninguna de las finales en el tiempo reglamentario. La primera la perdió en el partido desempate. La segunda en la prórroga. Y la tercera en los penaltis.
Las cosas del Atleti.
Y cruzando el charco y analizando el otro football, el americano, merecen mención especial los Buffalo Bills. Han jugado cuatro veces la Super Bowl y las han perdido las cuatro. Pero en su caso, ojo a este dato, fueron consecutivas. Una detrás de la otra. Como os podréis imaginar, tras perder la cuarta SB seguida la ciudad quedó en shock, y los Bills no han vuelto a llegar al partido más importante del football americano.
Y ya han pasado treinta años de aquello.
Pero hay un equipo que les supera a todos y probablemente tiene más presión que ningún otro. Hablo de la selección femenina de hockey patines de Portugal. Os pongo un poco de contexto.
El hockey patines es el deporte que más éxitos y alegrías le ha dado a Portugal. Con mucha diferencia. Su selección masculina ha quedado 16 veces campeona del mundo, que se dice pronto. Y sus clubs han sido numerosas veces campeones de Europa, tanto en categoría masculina como femenina.
Pero su selección femenina se estrella una y otra vez con el mismo muro.
Los datos son apabullantes. Hasta este año se habían disputado 16 Campeonatos del Mundo femeninos de hockey patines. Portugal los ha disputado todos y siempre ha alcanzado, como mínimo, los cuartos de final. En doce ocasiones ha jugado las semifinales. Y en cuatro ocasiones la final. Y las ha perdido todas.
Hace pocos días se celebró una nueva edición del Campeonato del Mundo femenino. En esta ocasión la sede fue Novara, en Italia. Me encantaría darle un giro de guión a este post a lo “Sexto Sentido” y deciros que, por fin, a la decimoséptima vez, fue la vencida. Pero me temo que no.
Las portuguesas disputaron el mundial. Y volvieron a llegar a los cuartos de final. Luego se clasificaron para las semifinales en las que vencieron para disputar una nueva final. La quinta ya.
Y la volvieron a perder.
Me puedo imaginar la frustración que tienen las jugadoras y su federación con esa colección interminable de platas y bronces sin ningún oro en el cuello. Aunque no tengo duda de que lo seguirán intentando.
Quien sí se colgó el oro en Novara fue la selección masculina junior española de hockey patines. Me vais a permitir que les dedique unas líneas porque es un triunfo que me hizo una ilusión especial. ¿El motivo? Su seleccionador, Carlos Cortijo, tiene un mérito enorme. Y además, es amigo mío. No os lo voy a ocultar. La cuna del hockey español está claramente ubicada en Cataluña y, lógicamente, casi todos los jugadores y seleccionadores son catalanes. Carlos es madrileño pero a base de talento y esfuerzo se ha ido abriendo paso hasta obtener el honor de dirigir a la selección española junior. Y ha aprovechado su oportunidad.
Quizás algún día las portuguesas de plata le fichen para que las lidere hacia el oro.
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Hasta el miércoles que viene.
Como siempre, muy buen post, aunque en esta ocasión me ha dado un poquillo de pena, por lo de la empatía y tal.
Hasta que he llegado a lo de Carlos.
Joder, que tío!! Estoy desconectadísimo (de casi todo en general y del hockey en particular) y no me había enterado de que estuviera ya a ese nivel. Me alegro mucho por él, si señor!